―Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.
Jesús estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios comenzaría en cualquier momento. Y, como todos lo escuchaban, Jesús les contó una parábola.
»Las enseñanzas de la Ley y de los Profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.
“El polvo de este pueblo que se nos ha pegado a los pies, lo sacudimos en protesta contra ustedes. Tengan por seguro que ya está cerca el reino de Dios”.