Ya no lo recibas como a un esclavo, sino como algo mejor: como a un hermano querido. Él es muy especial para mí, pero mucho más para ti, como persona y como hermano en el Señor.
Ananías se fue. Cuando llegó a la casa, puso sus manos sobre Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús me ha enviado. Fue él quien se te apareció en el camino. Me envía para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo».
Luego, mandó a otros siervos y les ordenó: “Digan a los invitados que ya he preparado mi comida. Han matado mis bueyes y mis reses engordadas, y todo está listo. Vengan al banquete de bodas”.