El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia”. Así que el padre repartió sus bienes entre los dos.
Pues todos ellos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento».
¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha malgastado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”.
»Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—.
Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano. Allí vivió desordenadamente y derrochó su herencia.