Otro dijo: “Acabo de casarme y por eso no puedo ir”.
Pero el casado se preocupa de las cosas de este mundo y de cómo agradar a su esposa.
Otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Te ruego que me disculpes”.
El siervo regresó y le informó de esto a su señor. Entonces el dueño de la casa se enojó y le mandó a su siervo: “Sal de prisa por las plazas y los callejones del pueblo, y trae acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos”.