Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. El primero le dijo: “Acabo de comprar un terreno y tengo que ir a verlo. Te ruego que me disculpes”.
Que ninguno de ustedes tenga relaciones sexuales prohibidas, ni desprecie a Dios, como lo hizo Esaú. Este, por un solo plato de comida, vendió sus derechos de hijo mayor.