Pues, donde esté su tesoro, allí estará también su corazón.
Pues donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que el Señor Jesucristo, nuestro Salvador, vuelva.
»Manténganse listos, con la ropa bien ajustada y las lámparas encendidas.