En Éfeso me tuve que enfrentar a personas que parecían animales salvajes. Pero, si los muertos no resucitan, ¿qué gané con eso? Si los muertos no resucitan, «¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!».
Ustedes han llevado en este mundo una vida de lujo y de placer sin límite. Lo que han hecho es prepararse para su castigo. Es como el animal que se engorda para el día de la matanza.
Pero a esa gente le espera la destrucción, pues adoran al dios de sus propios deseos. Se sienten orgullosos de lo que hacen, cuando debería darles vergüenza. Solo piensan en lo malo que ofrece el mundo.
Ella era orgullosa y le gustaban los grandes lujos, pues ahora háganla sufrir y atorméntenla. Decía con orgullo: “Estoy sentada como reina; no soy viuda ni sufriré jamás”.
Pues ya es tiempo de que dejen de comportarse como los que no creen en Dios. Antes vivían en vicios, siguiendo sus malos deseos, en borracheras, en fiestas sin control y adorando dioses falsos de manera terrible.
A los ricos de este mundo, mándales que no sean orgullosos ni pongan su confianza en las riquezas, que son inseguras. Diles que más bien confíen en Dios, que nos da de todo en abundancia para que lo disfrutemos.
»Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la borrachera y las preocupaciones de esta vida. Si no tienen cuidado, aquel día caerá de repente sobre ustedes.