Sin embargo, no ha dejado de dar pruebas de quién es él. Pues los ha tratado bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, para que tengan comida y alegría.
Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que dio una cosecha que rindió hasta cien, sesenta y treinta veces más de lo que se había sembrado.
»¡Tengan cuidado! —dijo a la gente—. Cuídense de todo deseo por tener siempre más, porque la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes».