La gente salió a ver lo que había pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habían salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.
María tomó en sus manos como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro. Ella fue y lo derramó sobre los pies de Jesús, y luego se los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. Aprendí a obedecer la Ley de nuestros antepasados bajo la dirección del maestro Gamaliel. Me esforcé mucho por servir a Dios, como cualquiera de ustedes lo hace hoy día.