El niño crecía y se fortalecía en espíritu. Y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel.
El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la bondad de Dios lo acompañaba.
Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más se ganaba el afecto y la aceptación de Dios y de la gente.
En aquellos días se presentó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea.
Yo ni siquiera lo conocía, pero, para que él se revelara al pueblo de Israel, vine bautizando con agua».
porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo antes de su nacimiento.
Mientras se iban los discípulos de Juan, Jesús comenzó a hablarle a la gente acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?
Y es que Apolos les hablaba con fuerza y en público a los judíos. Discutía con ellos y, usando las Escrituras, les demostraba que Jesús es el Cristo.