Todos los vecinos se llenaron de temor, y por toda la región montañosa de Judea se comentaba lo sucedido.
A los pocos días, María se levantó y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea.
Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que se enteraron de lo que pasó.
Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Y un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido.
Todos estaban asombrados por los muchos milagros y maravillas que hacían los apóstoles.
Todos se llenaron de temor y alababan a Dios. ―Hay entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda de su pueblo.
Pasados los tres días y medio, Dios les volvió a dar vida, y se pusieron de pie, y los que los observaban sintieron mucho miedo.
Cuando se enteraron los judíos y los griegos que vivían en Éfeso, el temor se apoderó de todos ellos, y el nombre del Señor Jesús recibía la gloria.
Después de que Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, llegaron a Jerusalén unos sabios procedentes del Oriente.
Todos quedaron asombrados y ellos también alababan a Dios. Estaban llenos de temor y decían: «Hoy hemos visto maravillas».
Todos los que lo oyeron se asombraron de lo que los pastores decían.