En el primer día de la semana, al que llamamos día del Señor, vino el Espíritu y tomó control de mi persona. Detrás de mí oí una voz fuerte, que sonaba tan fuerte como una trompeta,
Ananías se fue. Cuando llegó a la casa, puso sus manos sobre Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús me ha enviado. Fue él quien se te apareció en el camino. Me envía para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo».