En esto un ángel del Señor se le apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso.
El sexto ángel tocó su trompeta. Entonces oí una voz que salía de entre los cuernos del altar de oro que está delante de Dios.
Pues todos los ángeles son solo espíritus que sirven a Dios. Él los envía para ayudar a los que han de ser salvos.
Pero en la noche un ángel del Señor abrió las puertas de la cárcel y los sacó.
Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo.
El ángel se acercó a ella y le dijo: ―¡Te saludo, tú que has recibido la bendición de Dios! El Señor está contigo.
―Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —le contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias.
Sucedió que un ángel del Señor se les apareció. La gloria del Señor los envolvió en su luz, y se llenaron de temor.