Sus vecinos y los que lo habían visto pedir dinero decían: «¿No es este el que se sienta a mendigar?».
Sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo dinero.
Después, llegaron a Jericó. Más tarde, salió Jesús de la ciudad acompañado de sus discípulos y de una gran cantidad de personas. Un mendigo ciego llamado Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino.
Sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había mostrado gran misericordia y compartieron su alegría.
Unos aseguraban: «Sí, es él». Otros decían: «No es él, sino que se le parece». Pero él insistía: «Soy yo».