Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a quienes lo aman y hacen su voluntad.
No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes. Y les encargué que vayan y den mucho fruto, un fruto que permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.
―Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús—.
El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.
Por eso dije: “Aquí me tienes, oh Dios: He venido a hacer tu voluntad, tal como dicen las Escrituras de mí”».
―¡Allí está lo sorprendente! —respondió el hombre—: que ustedes no sepan de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos.
Jamás se ha sabido que alguien le haya abierto los ojos a uno que nació ciego.
Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.