Entonces los hermanos de Jesús le dijeron: ―Deberías salir de aquí e ir a Judea, para que tus discípulos vean las obras que haces.
Mientras Jesús le hablaba a la gente, se presentaron su madre y sus hermanos. Se quedaron afuera y deseaban hablar con él.
Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él.
Pedro se puso de pie junto con los demás apóstoles. Entonces, con fuerte voz, dijo: «Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén. Déjenme explicarles lo que sucede. Presten atención a lo que les voy a decir.
Sin embargo, después de que sus hermanos se fueron a la fiesta, fue también él, no públicamente, sino en secreto.
La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero, como había mucha gente, no lograban acercársele.
En eso llegaron la madre y los hermanos de Jesús. Se quedaron afuera y enviaron a alguien a llamarlo,
Sus parientes se enteraron de esto. Entonces fueron a hacerse cargo de él, porque decían: «Se ha vuelto loco».
También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos.
Al escucharlo, muchos de sus discípulos dijeron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?».
Desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él.
Nadie que quiera darse a conocer actúa en secreto. Ya que haces estas cosas, deja que el mundo te conozca.
―Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren verte —le avisaron.