Ellos están circuncidados, pero ellos mismos no obedecen la Ley. Solo quieren obligarlos a circuncidarse para luego decir con orgullo que los convencieron de llevar esa marca en el cuerpo.
Entonces, ¿cuál era el propósito de la Ley? La Ley nos fue dada luego de la promesa para que conociéramos nuestros pecados. Ese sería su propósito hasta que viniera aquel al cual se refiere la promesa. Dios le entregó la Ley a Moisés por medio de ángeles, para que él se la diera al pueblo.
Este mismo Moisés estuvo en la asamblea en el desierto, con el ángel que le habló en el monte Sinaí, y con nuestros antepasados. Fue también él quien recibió palabras de vida para comunicárnoslas a nosotros.
Así que los judíos se esforzaban aún más para matarlo. Querían matarlo porque no respetaba el sábado y decía que Dios era su Padre. Y es que, al decir eso, él daba a entender que era igual a Dios.
Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley lo oyeron y comenzaron a buscar la manera de matarlo, pues le temían, ya que toda la gente se maravillaba de sus enseñanzas.