El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
Les he entregado las palabras que me diste, y ellos las aceptaron. Saben con certeza que salí de ti y han creído que tú me enviaste.
―Si Dios fuera su Padre —les contestó Jesús—, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios y aquí me tienen. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió.
Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo de nuevo el mundo y vuelvo al Padre».
Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él no muere.
Yo soy el pan de vida.
Pues he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió.
Nadie ha subido jamás al cielo sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del hombre.
Este es el mensaje en el que todos deben confiar y aceptar: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
Jesús sabía que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio. También sabía que había salido de Dios y a él volvía.
―Les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús—. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre.
Entonces los judíos comenzaron a murmurar contra él, porque dijo: «Yo soy el pan que bajó del cielo».
Este es el pan que bajó del cielo. Los antepasados de ustedes comieron maná y murieron, pero el que come de este pan vivirá para siempre.