La ciudad era cuadrada; medía lo mismo de largo que de ancho. El ángel midió la ciudad con la caña, y midió doce mil unidades, equivalente a dos mil doscientos kilómetros, tanto de ancho como de largo y alto.
Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad. Del lugar donde se exprimen las uvas salió sangre. Esta sangre llegó hasta casi un metro y medio de alto y cubrió una extensión de trescientos kilómetros.
Estaba acercándose el muchacho cuando el demonio lo derribó con una convulsión. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno, sanó al muchacho y se lo devolvió al padre.