Una vez que quedaron satisfechos, dijo a sus discípulos: ―Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada.
A los hambrientos los llenó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías.
Todos comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano. Allí vivió desordenadamente y derrochó su herencia.
Jesús contó otra parábola a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador a quien acusaron de derrochar sus bienes.
También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos.