Al instante aquel hombre quedó sano, así que tomó su camilla y echó a andar. Pero ese día era sábado.
Era sábado cuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego.
―Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al momento, recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.
Al instante, cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción.
Al instante, se le quitó la lepra y quedó sano.
Él se le acercó, la tomó de la mano y la ayudó a levantarse. Entonces se le quitó la fiebre y comenzó a servirles.
Así que, para cumplir la Ley de Moisés, ustedes circuncidan a un varón incluso en sábado. Entonces, ¿por qué se enfurecen conmigo si en sábado lo sano por completo?
Después de esto, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: ―Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor.