―Señor —rogó el funcionario—, ven pronto, antes de que se muera mi hijo.
y le suplicaba con insistencia: ―Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.
―Ustedes nunca van a creer si no ven señales milagrosas y maravillas —le dijo Jesús.
―Vuelve a casa, que tu hijo vive —le dijo Jesús. El hombre creyó lo que Jesús le dijo y se fue.