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Referencias Cruzadas

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Juan 3:5

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

―Te aseguro que quien no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús—.

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35 Referencias Cruzadas  

―Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo.

Dio su vida para hacerla santa. Él la limpió de toda maldad por medio de su mensaje y del bautismo.

El agua simboliza el bautismo que ahora los salva también a ustedes. El bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en comprometerse ante Dios en tener una conciencia limpia. Esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo.

Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido perdonados por Dios, y él ahora los considera santos y justos. Y todo eso lo hizo gracias al Señor Jesucristo y por medio de su Espíritu. Dios los ha lavado de toda esa maldad.

»Yo los bautizo a ustedes con agua en señal de arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.

―Te aseguro que quien no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús.

El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será condenado.

Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios. Por eso podemos entender lo que Dios ha hecho por nosotros al mostrarnos su amor inmerecido.

Estos no nacen de padres humanos. No son producto del deseo ni de la voluntad humana. Nacen de Dios.

Todo el que cree que Jesús es el Cristo es un hijo de Dios. Y todo el que ama al Padre también ama a sus hijos.

Ustedes reconocen que Jesucristo es justo. Entonces, también reconozcan que todo el que vive haciendo el bien es un hijo de Dios.

Ya no es importante si estamos o no circuncidados. Lo que importa es que seamos personas distintas, porque Dios nos ha creado de nuevo.

Pues el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas. Más bien tiene que ver con dejarse guiar por el Espíritu Santo a una vida de justicia, paz y alegría.

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Entonces dijo: ―Les aseguro que, a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.

Según el plan de Dios el Padre, ustedes fueron elegidos por medio del Espíritu, quien nos apartó para ser parte de su pueblo. Y así cuando Jesucristo derramó su sangre en la cruz, nos limpió de pecado y pudimos obedecerlo. Le pido a Dios que les permita gozar de su inmerecido amor y de su paz.

Por tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sean borrados sus pecados. Así vendrán tiempos de descanso de parte del Señor.

¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes morirán, a menos que se arrepientan.

Por tanto, les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su conducta sea mejor que la de los fariseos y de los maestros de la Ley.

Pues, al estar unidos a él, el Espíritu nos da vida y nos libera del control del pecado y de la muerte.

―Esfuércense por entrar por la puerta estrecha —contestó—, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.

¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes morirán, a menos que se arrepientan».

De hecho, le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.

¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?». ―El primero —contestaron ellos. Jesús les dijo: ―Les aseguro que los cobradores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes en el reino de Dios.

Y, si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser echado con los dos ojos al infierno,

Cuando Jesús se dio cuenta, se enojó y les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan. Pues el reino de Dios es de quienes son como ellos.

―¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?

Les digo, hermanos en la fe, que el cuerpo material no puede formar parte del reino de Dios. El cuerpo que se descompone al morir no puede ser parte de un reino que vive para siempre.




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