Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, e hizo lo mismo con el pescado.
Al desembarcar, vieron unas brasas con un pescado encima, y un pan.
pero no a todos. Se apareció a nosotros, testigos previamente elegidos por Dios. Sí, a nosotros, los que comimos y bebimos con él después de su resurrección.
―Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es esto para tanta gente?
Jesús tomó entonces los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados.
―Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar —les dijo Jesús.