Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró.
Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con paños y especias aromáticas. Lo hicieron conforme a la costumbre judía de enterrar.
Pero María se quedó afuera, llorando junto a la tumba. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro de la tumba,
El que estaba muerto salió. Tenía las vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un paño. ―Quítenle las vendas y dejen que se vaya —les dijo Jesús.
Ambos fueron corriendo, pero, como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero a la tumba.
Tras él llegó Simón Pedro, y entró en la tumba. Vio allí las vendas