Pero María se quedó afuera, llorando junto a la tumba. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro de la tumba,
Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró.
Al entrar en la tumba vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.