Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: ―Ya no tienen vino.
No se preocupen por nada. Más bien, oren y pidan a Dios por todo. Presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».
Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.
También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos.
―Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora.