―Nosotros tenemos una Ley. Según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios —insistieron los judíos.
Así que los judíos se esforzaban aún más para matarlo. Querían matarlo porque no respetaba el sábado y decía que Dios era su Padre. Y es que, al decir eso, él daba a entender que era igual a Dios.
Pero, cuando resucitó, a través del poder del Espíritu Santo, quedó demostrado que era Hijo de Dios. Él es Jesucristo nuestro Señor.
Y el capitán de los soldados, que estaba frente a Jesús, al oír el grito y ver cómo murió, dijo: ―¡Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios!
Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más.
―Este hombre —dijeron ellos— anda convenciendo a la gente de adorar a Dios de una manera que va en contra de nuestra ley.