Pero, cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas.
Fueron entonces los soldados y le quebraron las piernas al primer hombre que había sido crucificado con Jesús, y luego al otro.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.
Entonces ellos empezaron a burlarse de él porque sabían que estaba muerta.