Los soldados hicieron una corona de espinas y se la pusieron a Jesús en la cabeza. Además, lo vistieron con un manto de color púrpura.
Entonces Herodes y sus soldados, con desprecio y burlas, le pusieron un manto lujoso y lo mandaron de vuelta a Pilato.
Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura. ―¡Aquí tienen al hombre! —les dijo Pilato.