Si Dios recibe gloria por él, Dios le dará gloria al Hijo. Y lo hará muy pronto.
Allí nadie estará bajo maldición. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad. Sus servidores lo adorarán;
Luego el ángel me mostró un río claro como el cristal, cuyas aguas dan vida. Este río salía del trono de Dios y del Cordero.
Después de que Jesús dijo esto, dirigió la mirada al cielo y oró así: «Padre, ha llegado la hora. Da gloria a tu Hijo, para que tu Hijo te dé gloria a ti.
―Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre reciba la gloria —les contestó Jesús—.
Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.
Al vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono. Así como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Él subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y los ángeles y los espíritus con autoridad y poder lo obedecen.