Los discípulos se miraban unos a otros sin saber a cuál de ellos se refería.
Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos haría esto.
Ellos se pusieron tristes, y uno tras otro empezaron a preguntarle: ―¿Acaso seré yo?
Ellos se pusieron muy tristes, y uno por uno comenzaron a preguntarle: ―¿Acaso seré yo, Señor?
Mientras comían, les dijo: ―Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.
Mientras estaban sentados a la mesa comiendo, dijo: ―Les aseguro que uno de ustedes, que está comiendo conmigo, me va a traicionar.
Pero sepan que la mano del que va a traicionarme está con la mía, sobre la mesa.
»No me refiero a todos ustedes; yo sé a quiénes he elegido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”.
Dicho esto, Jesús se angustió profundamente y declaró: ―Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.