Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. Pecadores, ¡dejen de hacer el mal! Ustedes los que dicen amar a Dios, pero también aman al mundo, ¡tomen una decisión y dejen el pecado!
Luego los judíos llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya amanecía, los judíos no entraron en el palacio, pues de hacerlo se contaminarían ritualmente y no podrían comer la Pascua.
Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre. Y, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
Faltaban solo dos días para la Pascua y para la fiesta de los Panes sin levadura. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban con planes malvados cómo arrestar a Jesús para matarlo.
Llévatelos, participa en sus ceremonias de purificación y paga los gastos que corresponden a la promesa de rasurarse la cabeza. Así todos sabrán que no es cierto lo que se dice de ti, sino que tú también obedeces la Ley.
Al día siguiente Pablo se llevó a los hombres y participó con ellos de la ceremonia de purificación. Luego entró en el Templo para avisar cuándo terminarían de cumplir la promesa. Ese día llevarían la ofrenda por cada uno de ellos.