El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue a la tumba. Al llegar, vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada.
Entonces José bajó el cuerpo, lo envolvió en una sábana de lino que había comprado y lo puso en una tumba cavada en la roca. Luego hizo rodar una piedra a la entrada de la tumba.