Porque, si ustedes viven controlados por el pecado, morirán para siempre. Pero, si por medio del Espíritu dan muerte a los malos deseos del cuerpo, vivirán para siempre.
¿Acaso no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les hablo, no las hablo como cosa mía. El Padre, que está en mí, es el que hace sus obras.
Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás. Al contrario, dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.