Había un hombre enfermo llamado Lázaro. Este era de Betania, el pueblo de María y Marta, sus hermanas.
La gente que había estado con Jesús cuando él llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de entre los muertos seguía contando lo sucedido.
Mientras tanto, muchos de los judíos se enteraron de que Jesús estaba allí. Así que fueron a ver no solo a Jesús, sino también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado.
Dicho esto, añadió: ―Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.
Entonces los dejó y, saliendo de la ciudad, se fue a pasar la noche en Betania.
Sucedió que en esos días cayó enferma y murió. Después de lavar el cuerpo, lo pusieron en un cuarto de la planta alta.
Las dos hermanas mandaron a decirle a Jesús: «Señor, tu amigo querido está enfermo».
Al acercarse a Jerusalén, llegaron a Betfagué y a Betania, junto al monte de los Olivos. Entonces Jesús envió a dos de sus discípulos
Betania estaba cerca de Jerusalén, como a tres kilómetros de distancia.
Muchos judíos habían ido a casa de Marta y de María a darles el pésame por la muerte de su hermano.