Ellos respondieron: ―No te apedreamos por ninguna de ellas, sino por ofender a Dios. Pues tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios.
Así que los judíos se esforzaban aún más para matarlo. Querían matarlo porque no respetaba el sábado y decía que Dios era su Padre. Y es que, al decir eso, él daba a entender que era igual a Dios.
El Padre y yo somos uno.
Él era igual a Dios, pero no consideró eso como algo importante.
Todos deben respetar a las autoridades públicas. Dios es quien da autoridad a los gobernantes, así que las que existen fueron establecidas por él.
Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: ―¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si tú eres el Cristo, dilo con claridad.
pero Jesús les dijo: ―Yo les he mostrado muchas buenas obras que vienen del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?
―Nosotros tenemos una Ley. Según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios —insistieron los judíos.