Por esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno,
Pero otros opinaban: «Estas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrirles los ojos a los ciegos?».
y Jesús andaba en el Templo, por la entrada de Salomón.
Los maestros de la Ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está controlado por Beelzebú! Echa fuera a los demonios por medio del príncipe de los demonios».