«¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.
»¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.
Cuando llegaron, subieron al lugar donde se estaban quedando. Estaban allí Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás. También estaban Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Zelote, y Judas hijo de Santiago.
Felipe buscó a Natanael y le dijo: ―Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la Ley, y de quien también se escribió en los Profetas.
―¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael. Jesús le respondió: ―Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas debajo de la higuera, ya te había visto.
Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran cantidad de personas que venía hacia él, le dijo a Felipe: ―¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?