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Referencias Cruzadas

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Hechos 9:6

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.

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33 Referencias Cruzadas  

“¿Qué debo hacer, Señor?”, le pregunté. “Levántate —dijo el Señor—, y entra en Damasco. Allí se te dirá todo lo que se ha dispuesto que hagas”.

Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti para que seas mi siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar.

Mis queridos hermanos en la fe, ustedes siempre han obedecido. Y, así como lo han hecho en mi presencia, háganlo mucho más ahora en mi ausencia. Por eso les pido que con todo respeto y amor a Dios vivan demostrando que son salvos.

Luego Isaías se atreve a decir: «Dejé que me hallaran los que no me buscaban. Me di a conocer a los que no preguntaban por mí».

No aceptan que solo Dios nos puede declarar justos. Por eso se esfuerzan en ser declarados justos por sus buenas acciones. No aceptan la salvación que Dios les ofrece.

En otro tiempo, cuando yo no conocía la Ley, me sentía con vida. Pero, cuando conocí los mandamientos, el pecado cobró vida y supe entonces que merecía morir.

En lo que respecta a la Ley, esta solo hizo que aumentara el pecado. Pero, allí donde abundó el pecado, el amor de Dios fue más abundante.

Por lo tanto, envía a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro. Él se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar”.

Ellos le contestaron: ―Venimos de parte del capitán Cornelio, un hombre justo y que adora a Dios, respetado por todo el pueblo judío. Un ángel de Dios le dijo que tenía que invitarlo a usted a su casa, porque usted tiene algo que decirle.

Él se hospeda con Simón el curtidor, que tiene su casa junto al mar.

Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ―Amigos, ¿qué debemos hacer?

―¿Entonces qué debemos hacer? —le preguntaba la gente.

Pero muchos de los primeros serán últimos, y los últimos serán primeros.

Pero en realidad él nos da mucho más amor, aunque no lo merezcamos. Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero trata con amor a los humildes».

―¿Quién eres, Señor? —preguntó. ―Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—.




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