Todos los que vivían en Lida y en Sarón lo vieron y se convirtieron al Señor.
El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor.
La noticia corrió por todo Jope, y muchos creyeron en el Señor.
Pero, cada vez que alguien cree en el Señor, esa barrera es quitada.
Y el mensaje del Señor se anunciaba en cada vez más lugares y llegaba a la gente causando un gran impacto.
Así lo hizo durante dos años, de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar el mensaje del Señor.
»Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles obstáculos a los no judíos que se convierten a Dios.
Y el mensaje de Dios llegaba a la gente, de modo que la cantidad de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén. Incluso muchos de los sacerdotes aceptaban el mensaje.
Pero muchos de los que oyeron el mensaje creyeron. Así que la cantidad de creyentes, contando solo a los hombres, llegó a unos cinco mil.
Alababan a Dios y disfrutaban del aprecio general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.
«Eneas —le dijo Pedro—, Jesucristo te sana. Levántate y tiende tu cama». Y al instante se levantó.