Después de testificar y anunciar el mensaje del Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén. De camino iban predicando la buena noticia en muchos pueblos samaritanos.
Los saludan Pablo y Timoteo, servidores de Cristo Jesús. Esta carta va dirigida a todos los creyentes en Cristo Jesús que están en Filipos, junto con los líderes y diáconos.
Los saluda Pablo. Soy apóstol de Cristo Jesús porque Dios así lo quiso. Esta carta va dirigida a los creyentes que están en Éfeso y que siguen confiando en Cristo Jesús.
Les escribo a todos ustedes, que están en Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a ser parte de su pueblo santo. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les permitan gozar de su inmerecido amor y de su paz.
Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los creyentes. Y, cuando los mataban, yo daba mi aprobación.
Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder. Y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra.