Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Hechos 9:31

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Cada día se hacía más fuerte, pues todos respetaban al Señor. El número de creyentes iba creciendo, y eran todos fortalecidos por el Espíritu Santo.

Ver Capítulo Copiar

56 Referencias Cruzadas  

Y esta esperanza no nos falla, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.

Le pido a Dios, quien da esperanza, que los llene de toda alegría y paz. Pues ustedes creen en él, y quiero que el poder del Espíritu Santo los llene de confianza.

Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén. Todos, excepto los apóstoles, tuvieron que huir a las regiones de Judea y Samaria.

A ellos les encargó preparar a los creyentes para servir a Dios y fortalecer la fe de la iglesia de Cristo.

Por eso les escribo todo esto en mi ausencia, para que cuando vaya no tenga que ser estricto en el uso de mi autoridad. El Señor me ha dado esa autoridad para fortalecer su fe, no para destruirla.

No siento vergüenza al decir con orgullo que el Señor nos ha dado autoridad. Pues esa autoridad es para ayudarlos a tener una fe más fuerte, no para destruirla.

Queridos hermanos en la fe, ya que Dios nos ha hecho estas promesas, limpiemos nuestro cuerpo y espíritu de todo mal. Respetemos a Dios, porque así llegaremos a ser completamente santos.

Y así las iglesias se fortalecían en la fe y crecían en número día tras día.

Pero el mensaje de Dios se seguía anunciando en todo lugar.

Y el mensaje de Dios llegaba a la gente, de modo que la cantidad de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén. Incluso muchos de los sacerdotes aceptaban el mensaje.

Ustedes, en cambio, queridos hermanos en la fe, sigan confiando en el amor de Dios. Esfuércense en ser cada vez mejores, pues la fe que tienen es santa. Oren guiados por el Espíritu Santo, y esperen que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, les dé la vida eterna.

Por tanto, queda todavía un descanso especial para el pueblo de Dios.

Diles que dejen de prestar atención a leyendas y a largas listas de antepasados. Esas cosas provocan discusiones sin sentido. En nada ayudan a la gente a confiar en el plan de Dios.

Por eso, anímense y ayúdense unos a otros a fortalecer su fe, tal como lo vienen haciendo.

Así podrán vivir obedeciendo las enseñanzas del Señor, agradándole en todo. Podrán entonces hacer muchas obras de bondad y crecer en el conocimiento de Dios.

Al estar unidos a Cristo, ustedes sienten el deseo de animar a otros. El amor que tienen los mueve a dar consuelo. El Espíritu los une y sienten compasión por otros.

Trátense con respeto los unos a otros, para que así honren a Cristo.

Eviten decir cosas que ofendan a los demás. Por el contrario, que sus palabras sean de utilidad para fortalecer la fe de los que escuchan.

Él hace que todos en la iglesia estén unidos. Los une por medio del trabajo que cada uno hace para que todos tengan una fe fuerte y se amen cada vez más.

A lo mejor están pensando que ahora nos estamos disculpando. ¡Dios es testigo de que no es así, porque nosotros pertenecemos a Cristo! Todo lo que hacemos, queridos hermanos en la fe, es para que su fe sea cada vez más fuerte.

¿A qué conclusión llegamos, hermanos en la fe? Que, cuando se reúnan, uno de ustedes puede cantar y otro dar una enseñanza. Otro comunicará lo que Dios le haya mostrado, otro hablará en lenguas extrañas y otro traducirá lo que se dijo. Todo esto debe hacerse para que la iglesia tenga una fe firme.

Por eso les digo que, si desean tanto tener dones del Espíritu, pidan dones que ayuden en gran manera a la iglesia, para que la fe de todos sea firme.

Por lo tanto, esforcémonos en hacer todo lo que conduzca a la paz y que nos ayude a vivir como Dios manda.

Pues el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas. Más bien tiene que ver con dejarse guiar por el Espíritu Santo a una vida de justicia, paz y alegría.

Alababan a Dios y disfrutaban del aprecio general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.

Y un gran temor se apoderó de toda la iglesia y de todos los que se enteraron de lo que pasó.

»Ahora le pido a Dios que cuide de todos ustedes, y ruego que ustedes sigan confiando en el mensaje de su inmerecido amor. Ese mensaje de amor tiene poder para ayudarlos a crecer espiritualmente. Y, si lo aceptan, recibirán las promesas hechas a su pueblo santo.




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios