Pues el Espíritu aún no había venido sobre ninguno de ellos. Solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús.
―Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo.
―¿Recibieron ustedes el Espíritu Santo cuando creyeron? —les preguntó. ―No, ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo —respondieron.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Pues todos los que han sido bautizados al creer en Cristo actúan y viven como Cristo lo hizo.
¿Acaso no saben ustedes que al bautizarnos quedamos unidos a Cristo Jesús? Fue como si participáramos de su muerte.