Presentaron testigos falsos, que declararon: «Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la Ley.
Entonces les pagaron a unos hombres para que dijeran: «Hemos oído a Esteban ofender a Moisés y a Dios».
Gritaban: «¡Israelitas! ¡Ayúdennos! Este es el hombre que anda por todas partes enseñando en contra de nuestro pueblo, nuestra Ley y este lugar. Ahora ha metido a unos griegos en el Templo. No tiene respeto por este lugar santo».
Pablo se defendía: ―No he cometido ninguna falta contra la Ley de los judíos ni contra el Templo ni contra el césar.
Lo sacaron a empujones fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. Los acusadores dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo.
»Así que, cuando vean en el lugar santo “el horrible sacrilegio”, del que habló el profeta Daniel (el que lee, que lo entienda),
Los jefes de los sacerdotes y el tribunal en pleno buscaban alguna prueba falsa contra Jesús para poder condenarlo a muerte.
Porque cuando cambia la clase de sacerdote, también tiene que cambiarse la Ley.