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Referencias Cruzadas

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Hechos 5:31

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.

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57 Referencias Cruzadas  

En su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.

Dios, con su poder, le dio un sitio de honor. Y él, habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, nos lo ha dado a nosotros. Esto es lo que ustedes ahora ven y oyen.

Al oír esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los no judíos Dios les ha dado oportunidad de arrepentirse y tener vida eterna!

Hoy les ha nacido en la Ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.

y a Jesucristo. Él es el que siempre dice la verdad, el primero en resucitar y el que gobierna sobre los reyes de la tierra. Él nos ama y al derramar su sangre nos ha librado de nuestros pecados.

Nosotros hemos visto que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo, y por eso lo anunciamos.

Todo existe para y por medio de Dios, quien tiene el propósito de hacer que muchos de sus hijos compartan su gloria. Para lograrlo, Dios tenía que hacer perfecto a Cristo por medio del sufrimiento, para que así él nos salvara.

Fijemos la mirada en la meta, que es Jesús, quien nos dio y perfeccionó nuestra fe. Él, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, sin importarle la vergüenza que ella significaba. Y ahora está sentado en el sitio de más honor, al lado derecho del trono de Dios.

Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos.

Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: ―Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.

Él es el único Dios, el cual nos salvó por medio de nuestro Señor Jesucristo. A él sea la gloria, la grandeza, el poder y la autoridad, antes, ahora y para siempre. Amén.

Además, se les dará una gran bienvenida en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

―Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo.

Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Los saluda Simón Pedro, servidor y apóstol de Jesucristo. Dirijo esta carta a los que han confiado en Cristo de manera tan preciosa como lo hemos hecho nosotros. Esa confianza nos la ha dado nuestro Dios y Salvador Jesucristo, quien ha demostrado ser justo.

Él subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y los ángeles y los espíritus con autoridad y poder lo obedecen.

Es por Cristo que somos libres y nuestros pecados han sido perdonados.

En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que el Señor Jesucristo, nuestro Salvador, vuelva.

Al derramar su sangre, Cristo nos hizo libres y perdonó nuestros pecados, porque su amor es muy grande. No merecíamos tanto amor,

Si ustedes perdonan a alguien, yo también lo perdono. De hecho, si había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes. Cristo es testigo de que así es.

»Dios prometió que de los descendientes de David le daría a Israel un Salvador, que es Jesús.

Jesucristo es »“la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra principal”.

Cuando Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes. Lo envió para darles la bendición de que cada uno se convierta de sus maldades».

Por tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sean borrados sus pecados. Así vendrán tiempos de descanso de parte del Señor.

»Por tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo».

Esto es para que »“por mucho que vean, no comprendan; y, por mucho que oigan, no entiendan; no sea que se arrepientan y sean perdonados”.

Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—:

Más bien, sean cristianos maduros que cada día conocen mejor al Señor y Salvador Jesucristo, y que cada día disfrutan más de su amor inmerecido. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.

En efecto, los que han conocido a nuestro Señor y Salvador Jesucristo han escapado de la maldad del mundo. Pero, si vuelven a practicar la maldad y se dejan controlar por ella, terminarán en peores condiciones que al principio.

Viviremos de esa manera mientras esperamos que se cumpla la bendita promesa en la cual confiamos, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

No deben robarles, sino demostrar que son dignos de toda confianza, para que en todo la gente hable bien de la enseñanza de Dios nuestro Salvador.

Esta carta es para ti, Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos. Les pido a Dios el Padre y a Cristo Jesús nuestro Salvador que te permitan gozar de su inmerecido amor y de su paz.

―Ya no creemos solo por lo que tú dijiste —le decían a la mujer—. Ahora lo hemos oído nosotros mismos. Y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo.




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