Pero los judíos, llenos de envidia, reunieron a unos maleantes callejeros. Con ellos organizaron un grupo de alborotadores e hicieron gran escándalo en la ciudad. Asaltaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas, para que el pueblo los juzgara en público.
Tienen envidia, se emborrachan, participan de fiestas con sexo y otras cosas parecidas. Lo vuelvo a decir, los que practican tales cosas no tendrán parte en el reino de Dios.
Entonces algunos creyentes que pertenecían al grupo de los fariseos se pusieron de pie y dijeron: ―Es necesario circuncidar a los no judíos y exigirles que obedezcan la Ley de Moisés.
Pero, al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les dijo: «¡Nido de víboras! ¿Quién les dijo que huyeran del castigo que se acerca?
También de los pueblos vecinos llegaba a Jerusalén mucha gente. Llevaban personas enfermas y que sufrían a causa de espíritus malignos, y todas eran sanadas.