a los apóstoles. Ellos distribuían ese dinero a cada uno según su necesidad.
Vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno.
Pues él vendió un terreno que tenía, llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
―No tengo plata ni oro —le dijo Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y camina!