Biblia Todo Logo
Referencias Cruzadas

- Anuncios -




Hechos 3:1

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Un día subían Pedro y Juan al Templo a las tres de la tarde, que es la hora de la oración.

Ver Capítulo Copiar

27 Referencias Cruzadas  

Un día, como a las tres de la tarde, tuvo una visión. Vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía: ―¡Cornelio!

Pedro y Juan eran personas sin estudios ni preparación. Por eso, al ver la valentía con que ellos hablaban, los gobernantes se quedaron asombrados. Reconocieron que habían estado con Jesús.

Cuando llegó la hora de quemar el incienso, la gente reunida afuera estaba orando.

En esto, se presentó alguien que les informó: «¡Miren! Los hombres que ustedes metieron en la cárcel están en el Templo y siguen enseñando al pueblo».

Y estaban continuamente en el Templo, alabando a Dios.

Los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado el mensaje de Dios. Entonces les enviaron a Pedro y a Juan.

No dejaban de reunirse unánimes en el Templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad.

―¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba. Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua.

Entonces Jesús les dijo a Pedro y a Juan: ―Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua.

Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentir temor y tristeza.

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta.

Cornelio contestó: ―Hace tres días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante

En efecto, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados líderes importantes, reconocieron que Dios, aunque yo no lo merecía, me escogió. Entonces nos dieron la mano a Bernabé y a mí aceptándonos como compañeros. Y acordamos que nosotros iríamos a los no judíos y ellos a los judíos.

Desde el mediodía, toda la tierra quedó en oscuridad hasta las tres de la tarde.

«Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro, cobrador de impuestos.

Cuando este vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió dinero.

Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo: ―¡Míranos!




Síguenos en:

Anuncios


Anuncios