Al día siguiente, hicimos una parada en Sidón. El capitán Julio, con mucha amabilidad, le permitió a Pablo visitar a sus hermanos en la fe para que lo atendieran.
Luego le ordenó al capitán de los soldados que mantuviera vigilado a Pablo. Pero también le dijo que le diera cierta libertad y permitiera que sus hermanos en la fe lo atendieran.
»Para entender esto se necesitan entendimiento y sabiduría. Las siete cabezas son las siete colinas sobre las que está sentada esa mujer. También son siete reyes:
Pero el capitán quería salvarle la vida a Pablo, y les impidió llevar a cabo el plan. Dio orden de que los que pudieran nadar saltaran al agua para llegar a tierra.
A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has hablado de mí en Jerusalén, es necesario que lo hagas también en Roma».
Después de todo lo ocurrido, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén. De camino, pasó por Macedonia y Acaya. Y decía a todos: «Después de estar en Jerusalén, tengo que visitar Roma».
Allí se encontró con un judío llamado Aquila, natural del Ponto, y con su esposa Priscila. Hacía poco habían llegado de Italia, porque Claudio había mandado que todos los judíos fueran expulsados de Roma. Pablo fue a visitarlos